La docencia de la música ¿es cosa de hombres?


RESUMEN

En el momento de plantearnos la forma de participación de las mujeres en el ámbito de la cultura musical neuquina desde la perspectiva de la historia reciente, surge desde la primera colecta de datos en el ámbito institucional del Profesorado de Educación Musical (en adelante PEM) la Escuela Superior de Música del Neuquén, donde me desempeño como profesora de Historia de la Música, una diferencia significativa de mujeres y varones a favor de estos últimos, tomando como referencia en principio la matrícula y luego la asistencia a clase.

Pensamos que la diferencia en la matrícula en favor de los estudiantes varones tiene y tendrá repercusiones en las aulas de música de la escuela pública neuquina y contribuirá a fijar un modelo masculino en el quehacer musical. Nuestra postura, desde la historia reciente es buscar las raíces de la situación en tanto una construcción histórica de significados sociales respecto del quehacer musical.

Como se trata de una investigación en curso, en el presente trabajo nos limitaremos a plantear el problema desde una primera aproximación al objeto utilizando como categoría privilegiada de análisis la categoría “género” y haremos una sucinta referencia a la definición del problema y a la metodología a utilizar en el curso de la investigación.

La Perspectiva de Género

La categoría “género” es considerada reveladora de relaciones sociales que no son “naturales” sino culturales aunque basadas en diferencias sexuales, es decir, biológicas. Sin embargo, la afirmar la cuasi inmutabilidad de lo cultural frente a lo natural, la antropóloga argentina Marta Lamas subraya importancia de las concepciones culturales frente al sexo y a la asignación de roles en una sociedad determinada. (LAMAS, 1995)

Cabe acá citar que en el caso de las mujeres profesionales se ha hablado de los llamados “techos o barreras de cristal” para aludir a la invisibilidad de ciertos mecanismos de discriminación que, por implícitos resultan más difíciles de franquear. Estas barreras invisibles delimitan posibilidades asimétricas para hombres y mujeres. (YANNOULAS y VALLEJOS, 1998)

Si partimos de la consideración que la música es un objeto social sobre el cual se han construido valoraciones diferentes (CHERNIGOY, 2003), podemos también pensarla sujeta las relaciones genéricas. (MACDONALD, 2004). Insoslayable es aquí la mención de Feminine Endings publicado en 1991 por Susan Mc Cleary que utiliza la categoría género como develadora de significados musicales a lo largo de la historia de la música.

“Are we there?” (¿Estamos ahí?): tal el título de un trabajo reciente de la musicóloga feminista norteamericana Marcia Citron en el momento de considerar la presencia de la mujer los programas de Historia de la Música En efecto, la relevancia o presencia de compositoras o intérpretes a lo largo de la historia parece haber sido ínfima si se la compara con la cantidad de mujeres que seguramente existieron. Coincidiría aquí Citron con Joan Kelly en el sentido de que La Historia de las mujeres tiene un doble sentido: restituir a las mujeres en la historia y devolver nuestra historia a las mujeres (KELLY, 1999).

Muchas de las investigaciones acerca de las mujeres y la música datan de las décadas de 1970 y 1980 y esos fueron años en los que comenzaron las investigaciones serias acerca de las compositoras y la música. Descubrimiento, recuperación y dispersión: identificar el quién, qué, cuándo y dónde, realizar ediciones y grabaciones de obras olvidadas. Este trabajo decayó en los 90 cuando los estudios sobre las mujeres se tornaron más interpretativos y tomaron un giro hacia lo cultural studies, (CITRON, 2004), algo esperablel dada la filiación norteamericana de las principales musicólogas feministas.

Dada la procedencia musical de la mayoría de los y las estudiantes el nivel terciario de la ESM, hemos tomado como antecedente la experiencia volcada por la norteamericana Kathleen McKeage que aborda la ausencia de mujeres en los conjuntos universitarios de jazz. La musicóloga y educadora de la Universidad de Wyoming identifica tres elementos a tener en cuenta en el análisis del fenómeno. 1) las estudiantes entrevistadas no pudieron identificar modelos femeninos para su rol en el jazz, dada la escasa presencia de mujeres en el jazz profesional. 2) La presión de las técnicas tradicionales en el estudio de los instrumentos. Esta presión, cabe aclarar, está presente en los y las estudiantes de la ESM y es cuestión de quejas y debates constantes, sobre todo entre los y las pianistas 3) En el estudio de la citada investigadora las entrevistadas hablaron sobre la actitud negativa de los estudiantes varones, pero sentían que era más una constante irritante que algo abierto- la negatividad puede ser una parte de la gran cultura del jazz cuyos miembros intentan diferenciarse de los otros.(MCKEAGE, 2002)